(6) Entre tanto... La laguna.

Sonreías a medias, mirabas al rededor,

casi con miedo a que te descubrieran

y me hablabas bajito de lo que pasaba por tu cabeza:

Ella.

Como si me hubieras adivinado, me hablaste de que no te conformabas

con simples sonrisas y con unos "te quiero" que saben a inconformidad,

que querías a alguien que te hiciera sentir, así, a secas. -"Sentir", pensé-
"Sentir...ahá", dije.

Quiero a alguien disforme, que no sea del montón.
Y sé que hay muchas ellas así,
pero solo me fijé en la que no era así.

Quedarse en silencio en situaciones así
ayuda a pensar mejor en las palabras tras haberlas dicho,

me hiciste recordar lo diferente que fue todo 

y que fue lo que hizo que me fijara en el huequito escondido
o en la estrella polar de su cara, que me guiaba varias veces.

como si no hubiera ninguno más en el mundo
pensaba una y otra vez "Esta vez, él, esta vez, acerté"

y decías que ella era a veces tan distante

que luego daba miedo cuando te decía de amor

que eso te hacía estremecer

y dudar de tu propia capacidad de autocontrol

de racionalidad, "A veces..."

y luego dijiste algo sobre la confianza y su existencia

y de demostrar, algo así como una prueba de amor

"Qué cruel, la pones a prueba."

Te paraste, cortaste el ritmo

así como el mío porque me tuve que parar

y se abrió un paréntesis en tu boca:

¿Entonces como sabré que es la adecuada?

Seguiste,
cuando llegue la adecuada será ella
porque la verás y sabrás que no te hará
falta ponerla a prueba
porque probablemente la vida
ya la haya puesto suficiente a prueba
como para haberla llevado hasta a ti
volando, claro, como todas las cosas buenas
que siempre llegan volando por algún lugar
y se marchan volando por el mismo,
para que nunca sepas de donde vinieron
ni a donde se marcharon

¿Sabes? El frío no solo corta los labios, sino te hace temblar las palabras,

-Ha..h..ablarr... ashí d-de.. A-mmo..r-

Eso, eso no es hablar con frío, es hablar con miedo a equivocarse, 

y darse cuenta de que uno no se equivocó, sino que acertó