27 diciembre, 2011

14- Facciones por segundos.

Entre tú y yo la inexpresividad no está en la lista de cosas importantes
si fue algún rasgo a tener en cuenta,
nosotros lo dejamos en una cuenta aparte en algún cajón perdido.

Inexpresiva sería yo antes de saber que estarías
entonces, aquí conmigo quemándote contra mi
como si fueras humo disipandote
por todo lo que me rodea y me crea
entonces, aire... y aspirar (te)
entonces, vida, y exhalar (te)

Pero como ya te había dicho, el tiempo dejó de jugar a nuestro favor
"hace tiempo",
o tal vez nosotros decidimos dejar de tomárnoslo como algo serio
siempre fuimos más de sonreír hasta que nos duelan las encías
o al menos, hasta que no nos quede ningún tipo de risa que entonar

Pero aunque no se quiera, ¿sabes? hay veces que el tiempo te agarra del pellejo
y te dice: "ahora que has estado tanto tiempo riéndote de mi,
voy a reírme yo de ti"
y mueve las manillas del reloj más lentamente, pero sólo allá donde te perdí de vista
dónde tu no aparecías y el contenido de las cosas estaban, 
ahí sí, inexpresivas

Pero te juro, que no hay mejor momento que aquél en el que te vuelvo a encontrar
y me doy cuenta que lo único que nos separa
era el orgullo de los luchadores heridos por una batalla injusta
y que cuando nos damos cuenta, volvemos a curarnos,
que entre nosotros sólo los besos son cura a los problemas
y los problemas son vías a superarnos como personas
que juntos somos increíbles, grandes, 
pero por separado también
aunque siempre preferí compartir la grandeza

Y para grandeza, la de tus ojos, que son café sólo
con algunas pipitas de chocolate
que ahí si que el tiempo no tiene nada con qué jugar
porque hasta él se pierde entre tantos recovecos

Si supieras, que las chiribitas,
que solo aparecen cuando hay un movimiento repentino o un cambio brusco,
se trasladaron, -al verte aquella vez-
de mis ojos, a mi nariz, sólo para dejar que no me perdiera nada,
absolutamente nada, 
para que probablemente, aunque no se pueda,
atrape el recuerdo en cada esquina,
en cada recoveco en el que pudiera reflejarse cualquier cosa
que me lleve a ti, a nosotros, a ese entonces

Como decía, mis ojos eran estatuas romanas,
rectos en una dirección, la única que me parecía lo suficiente insegura
como para asegurarme de seguirla,
porque allá donde se haya la incertidumbre,
hay más posibilidades de sorprenderse con lo que se encuentra,
y tú, que entonces, no eras tú, sino algo distinto,
la diana a la que todas mis flechas irían a parar
y por miedo a no acertar
puse mi inseguridad ante mi temor a fallar

Te quedaste callado, y me miraste, otra vez
y ahí no hubo contención ninguna,
"Que le den al si acierto o fallo"
y se dispararon directas a ti,
aunque no sé si acertaron o no
mantuvimos las miradas fijas, intactas

Y como si me estuvieran ametrallando el tabique
se pusieron las chiribitas a jugar con él
tanta intensidad para tan pocos segundos,
y un segundo antes de que saliese ella,
que aguardaba en la cascada de cristal de mis ojos,
los 30 músculos de mi cara
se tornaron a el simple gesto
de sonreír
y cuando salió no pudo llegar a la barbilla
por causa de las desviaciones de otros músculos,
el paréntesis de mi sonrisa, 
que la trasladó a perderse en el infinito
y a nosotros, a provocar el doble paréntesis
que se crea siempre que se juntan mucho nuestras caras

Y los mil puntillazos que me dieron
antes que de reaccionáramos
se definieron, ya por último
en un pacto que hicimos ambos sin haber dicho nada,
y entonces tú
volvías a estar ahí
y el tiempo cogió sus maletas
se despidió para cuando volviéramos a encontrarlo,
 cerraste el cajón que tenía la hora,

y desde entonces ya no sé ni en qué día estamos,
ni qué hora es exactamente,
ni en qué segundo del minuto nos encontramos
ni cuándo precisamente el reloj ha empezado a adelantarse
o a retrasarse con el movimiento de las manillas,
pero sí sé que,
al menos nosotros,
sí supimos cómo encontrarnos
y como volver a reírnos del tiempo
que suele jugar malas pasadas
a quiénes no saben como tomarse la vida
menos en serio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario