Todo este tiempo que decide irse sin decirnos nada últimamente me está molestando, me ha cogido del pellejo y me ha dicho que me tendrá amarrada a él todo lo que le apetezca, y, ¿sabes? yo no he hecho nada para decirle que no, he aceptado que he perdido, y ahora las manijas me la juegan y suelen atrasarse más de la cuenta, no van ni siquiera hacia la derecha, tampoco hacia la izquierda, se quedan donde están, paradas durante horas. Y si cierro los ojos, te juro, que hasta mis sueños se suceden más despacio.
Pasa que a veces hay que aceptar algunas cosas, cómo todos esos días que están por llegar, días en los que no vale la pena ni abrir la persiana. Que prefiero quedarme en mi cama es un hecho, que me sienta mejor haciéndolo es cuestionable, sin ti cualquier sitio es un mal sitio, no porque no estés, sino porque sé que nunca estarás. Ni la imaginación, ni la esperanza, pueden llenar los huequitos de la necesidad, que me mata poco a poco y no me deja morirme nunca. Si debe doler, debe doler mucho tiempo.

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